viernes, 1 de mayo de 2009

La política comercial de Obama, por Mariana Rangel

El diseño de una política comercial que equilibre las presiones internas e internacionales es uno de los retos más complejos que enfrenta el presidente Barack Obama. El proteccionismo resulta una postura muy atractiva en una situación de crisis económica y el creciente desempleo. El discurso que ha adoptado el presidente Obama en sus primeros 100 días respecto a la política comercial no han sido tan conservador como sus declaraciones de campaña, pero las medidas aplicadas hasta la fecha revelan un escenario político muy complejo que obligará a que el presidente realice continuas negociaciones con una Cámara de Representantes y un grupo de sindicatos que impulsan un fuerte proteccionismo. Una señal positiva para sus socios es que durante su reciente visita a México, algunos miembros del gabinete de Obama señalaron que no buscaría reabrir el TLCAN. Asimismo, el representante comercial Ron Kirk, indicó que existe un amplio consenso bipartidista frente a la ratificación del TLC con Panamá. Por otra parte, en los últimos tres meses han surgido dos medidas que han generado un gran descontento entre los socios comerciales de Estados Unidos y los sectores pro-libre comercio: el Acta de Reinversión y Recuperación Económica Americana (ARRA) con su cláusula “Buy American” y la cancelación del programa piloto de transportistas mexicanos en el marco del TLCAN. El ARRA contiene una cláusula que exige que los proyectos financiados por estos recursos se compren productos hechos en Estados Unidos. Los cambios que relajaron las cláusulas originales fueron vistos como una victoria para la administración de Obama y como una señal de la forma en que el presidente equilibrará sus promesas de campaña ante los grupos proteccionistas frente a las fuertes protestas de los socios comerciales.Otro asunto que revela la fuerte pugna entre los sectores conservadores y los liberales en el tema del comercio es la cancelación del programa piloto con los transportistas mexicanos. La suspensión del programa piloto generó una represalia por parte del gobierno mexicano, quien a partir del 19 de marzo de 2009 estableció aranceles que van del 10 al 45 por ciento a 89 productos de Estados Unidos con un costo estimado para los exportadores americanos de $2,400 millones de dólares. Hasta la fecha sí se ha logrado movilizar a ciertos grupos que están sufriendo las consecuencias de la represalia y que han acudido a sus representantes para pedirles que reviertan esta medida, pero aún no se ha logrado un acuerdo concreto en el Congreso. La inserción de Estados Unidos en el entramado de acuerdos de libre intercambio, tanto a nivel multilateral como bilateral, complica la toma de decisiones. La administración Bush se caracterizó por promover la liberalización comercial alrededor del mundo. Se prevé que Obama tome con mayor calma la firma de nuevos acuerdos comerciales y que despliegue una política más agresiva de supervisión de los compromisos que se encuentran en los tratados existentes, particularmente en el tema de protección al medio ambiente y los estándares laborales. En síntesis, los primeros 100 días de Obama nos revelan una política comercial en la cual los temores de un presidente proteccionista están lejos de convertirse en realidad. Sin embargo, habrá que seguir de cerca las decisiones tomadas en un Congreso que sí busca limitar el libre comercio mediante barreras no arancelarias como una forma de atraer el apoyo de quienes han sido golpeados por las políticas de apertura implementadas durante los últimos años y aquellos que están sufriendo los efectos de una economía en crisis.

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