viernes, 1 de mayo de 2009

Cien días, ¿qué significan para México? Por: Rogelio Ríos Herrán

Rogelio Ríos ha sido invitado para colaborar con un análisis de la relación bilateral México-Estados Unidos con motivo de los primeros 100 días del gobierno de Barack Obama. No deja de ser irónico que casi en el cumplimiento de los primeros 100 días de Barack Obama como Presidente de Estados Unidos, tuviera la Casa Blanca que salir a aclarar ante los medios el 26 de abril que no consideraba que el gobierno mexicano hubiera ocultado información sobre la influenza y riesgos de contagio al momento de la visita de Obama los días 16 y 17 de abril. Del encuentro de Felipe Calderón y el entonces Presidente electo Barack Obama en enero, días antes de la toma de posesión presidencial en Estados Unidos a la visita del Presidente Obama a México a mediados de abril transcurrieron tres meses en los cuales el posicionamiento de temas importantes para los mexicanos –el contrabando de armas y la corresponsabilidad en la lucha contra el narcotráfico- se logró con razonable éxito para el gobierno mexicano a pesar de la intensa batalla mediática por rescatar a la imagen de México de las garras del concepto de “Estado fallido”. Hubo incluso indicios alentadores de una revisión a fondo del tema migratorio después de la reunión del Presidente Obama con el caucus hispano el 18 de marzo -sobre la cual el muy influyente Consejo Nacional de La Raza dijo que había que aplaudir el liderazgo del caucus hispano del Congreso y el compromiso presidencial en el tema- como para pensar que en efecto el panorama de la relación, por fin, se empezaba a aclarar para los mexicanos con la llegada de un nuevo presidente a la Casa Blanca y a pesar de la zozobra de la imagen internacional de México. No será policiaca ni militar, ni estratégica ni comercial o migratoria la nueva senda por la que debe transcurrir la siempre complicada relación bilateral, sino por la de la vecindad epidemiológica, pues son las áreas científicas y médicas, alejadas naturalmente de la mala influencia política, en donde puede florecer una cooperación honesta y desinteresada entre mexicanos y estadounidenses. En el fondo de todo, sin embargo, permanece intacta la interdependencia entre México y Estados Unidos, contra la cual se miden los 100 días de Obama con un balance positivo en la relación bilateral que desde ahora luce distinta a como se veía con el inquilino anterior de la Casa Blanca. Hay una gran ventana de oportunidad para los mexicanos, no dejemos que se cierre.

La política comercial de Obama, por Mariana Rangel

El diseño de una política comercial que equilibre las presiones internas e internacionales es uno de los retos más complejos que enfrenta el presidente Barack Obama. El proteccionismo resulta una postura muy atractiva en una situación de crisis económica y el creciente desempleo. El discurso que ha adoptado el presidente Obama en sus primeros 100 días respecto a la política comercial no han sido tan conservador como sus declaraciones de campaña, pero las medidas aplicadas hasta la fecha revelan un escenario político muy complejo que obligará a que el presidente realice continuas negociaciones con una Cámara de Representantes y un grupo de sindicatos que impulsan un fuerte proteccionismo. Una señal positiva para sus socios es que durante su reciente visita a México, algunos miembros del gabinete de Obama señalaron que no buscaría reabrir el TLCAN. Asimismo, el representante comercial Ron Kirk, indicó que existe un amplio consenso bipartidista frente a la ratificación del TLC con Panamá. Por otra parte, en los últimos tres meses han surgido dos medidas que han generado un gran descontento entre los socios comerciales de Estados Unidos y los sectores pro-libre comercio: el Acta de Reinversión y Recuperación Económica Americana (ARRA) con su cláusula “Buy American” y la cancelación del programa piloto de transportistas mexicanos en el marco del TLCAN. El ARRA contiene una cláusula que exige que los proyectos financiados por estos recursos se compren productos hechos en Estados Unidos. Los cambios que relajaron las cláusulas originales fueron vistos como una victoria para la administración de Obama y como una señal de la forma en que el presidente equilibrará sus promesas de campaña ante los grupos proteccionistas frente a las fuertes protestas de los socios comerciales.Otro asunto que revela la fuerte pugna entre los sectores conservadores y los liberales en el tema del comercio es la cancelación del programa piloto con los transportistas mexicanos. La suspensión del programa piloto generó una represalia por parte del gobierno mexicano, quien a partir del 19 de marzo de 2009 estableció aranceles que van del 10 al 45 por ciento a 89 productos de Estados Unidos con un costo estimado para los exportadores americanos de $2,400 millones de dólares. Hasta la fecha sí se ha logrado movilizar a ciertos grupos que están sufriendo las consecuencias de la represalia y que han acudido a sus representantes para pedirles que reviertan esta medida, pero aún no se ha logrado un acuerdo concreto en el Congreso. La inserción de Estados Unidos en el entramado de acuerdos de libre intercambio, tanto a nivel multilateral como bilateral, complica la toma de decisiones. La administración Bush se caracterizó por promover la liberalización comercial alrededor del mundo. Se prevé que Obama tome con mayor calma la firma de nuevos acuerdos comerciales y que despliegue una política más agresiva de supervisión de los compromisos que se encuentran en los tratados existentes, particularmente en el tema de protección al medio ambiente y los estándares laborales. En síntesis, los primeros 100 días de Obama nos revelan una política comercial en la cual los temores de un presidente proteccionista están lejos de convertirse en realidad. Sin embargo, habrá que seguir de cerca las decisiones tomadas en un Congreso que sí busca limitar el libre comercio mediante barreras no arancelarias como una forma de atraer el apoyo de quienes han sido golpeados por las políticas de apertura implementadas durante los últimos años y aquellos que están sufriendo los efectos de una economía en crisis.